Spanish by Choice/Novelas Cortas 07

 

Novelas Cortas: El Afrancesado


Introduction

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The short story “El Afrancesado” appears in the book “Novelas Cortas” by Pedro Antonio de Alarcón with notes by W.F. Giese. LibriVox recording read by Karen Savage.

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Text

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En la pequeña villa del Padrón, sita en territorio gallego,[33-1] y allá por el año[33-2] del 1808, vendía sapos y culebras y agua llovediza,[33-3] a fuer(114) de legítimo boticario, un tal(115) GARCÍA[33-4] DE PAREDES, misántropo solterón, descendiente acaso, y sin acaso,[33-5] de aquel varón[33-6] ilustre que mataba un toro de una puñada.

Era una fría y triste noche de otoño. El cielo estaba encapotado por densas nubes, y la total carencia de alumbrado terrestre dejaba a las tinieblas campar por su respeto[33-7] en todas las calles y plazas de la población.

A eso de las diez de aquella pavorosa noche, que las lúgubres circunstancias de la patria hacían mucho más siniestra, desembocó en la plaza que hoy se llamará[33-8] de la Constitución un silencioso grupo de sombras, aun más negras que la obscuridad de cielo y tierra, las cuales avanzaron hacia la botica de García de Paredes, cerrada completamente desde las Ánimas,[33-9] o sea(116) desde las ocho y media en punto.(117)

—¿Qué hacemos?[33-10]—dijo una de las sombras en correctísimo gallego.

—Nadie nos ha visto....—observó otra.

—¡Derribar la puerta!—propuso una mujer.

—¡Y matarlos!—murmuraron hasta quince voces.

—¡Yo me encargo(118) del boticario!—exclamó un chico.

—¡De ése nos encargamos todos!

—¡Por judío![33-11]

—¡Por afrancesado!

—Dicen que hoy cenan con él más de(119) veinte franceses....

—¡Ya(120) lo creo! ¡Como saben que ahí están seguros, han acudido en montón! —¡ Ah! Si fuera en mi casa! ¡Tres alojados llevo echados[34-1] al pozo!

—¡Mi mujer degolló ayer a uno!...

—¡Y yo... (dijo un fraile con voz de figle) he asfixiado a dos capitanes, dejando carbón encendido en su celda, que antes era mía![34-2]

—¡Y ese infame boticario los protege!

—¡Qué expresivo estuvo ayer en paseo con esos viles excomulgados!

—¡Quién lo había de esperar[34-3] de García de Paredes! ¡No hace un mes que era el más valiente, el más patriota, el más realista del pueblo!

—¡Toma! ¡Como que[34-4] vendía en la botica retratos del príncipe Fernando![34-5]

—¡Y ahora los vende de Napoleón!

—Antes nos excitaba a la defensa contra los invasores....

—Y desde que vinieron al Padrón se pasó a(121) ellos....

—¡Y esta noche da de cenar(122) a todos los jefes!

—¡Oíd qué algazara traen![34-6] ¡Pues no gritan ¡viva el Emperador!

—Paciencia.... (murmuró el fraile.) Todavía es muy temprano.

—Dejémosles emborracharse.... (expuso una vieja.) Después entramos[34-7]... ¡y ni(123) uno ha de quedar vivo!

—¡Pido que se haga cuartos[34-8] al boticario!

—¡Se le hará ochavos,[34-9] si queréis! Un afrancesado es más odioso que un francés. El francés atropella a un pueblo extraño: el afrancesado vende y deshonra a su patria. El francés comete un asesinato: el afrancesado ¡un parricidio!

Mientras ocurría la anterior escena en la puerta de la botica, García de Paredes y sus convidados corrían la francachela[34-10] más alegre y desaforada que os podáis figurar. Veinte eran, en efecto, los franceses que el boticario tenía a la mesa, todos ellos(124) jefes y oficiales.

García de Paredes contaría[35-1] cuarenta y cinco años; era alto y seco y más amarillo que una momia; dijérase[35-2] que su piel estaba muerta hacía mucho tiempo; llegábale la frente a la nuca, gracias a una calva limpia y reluciente, cuyo brillo tenía algo de fosfórico; sus ojos, negros y apagados, hundidos en las descarnadas cuencas, se parecían a esas lagunas encerradas entre montañas, que sólo ofrecen obscuridad, vértigos y muerte al que las mira; lagunas que nada reflejan; que rugen sordamente alguna vez,[35-3] pero sin alterarse; que devoran todo lo que cae en su superficie; que nada devuelven; que nadie ha podido sondear; que no se alimentan de ningún río, y cuyo fondo busca la imaginación en los mares antípodas.

La cena era abundante, el vino bueno, la conversación alegre y animada.

Los franceses reían, juraban, blasfemaban, cantaban, fumaban, comían y bebían a un mismo tiempo.

Quién[35-4] había contado los amores secretos de Napoleón; quién la noche del 2 de Mayo[35-5] en Madrid; cuál[35-6] la batalla de las Pirámides;[35-7] cuál otro la ejecución de Luis XVI.[35-8]

García de Paredes bebía, reía y charlaba como los demás, o quizás más que ninguno;[35-9] y tan elocuente había estado en favor de la causa imperial, que los soldados del César[35-10] lo habían abrazado, lo habían vitoreado, le habían improvisado himnos.

—¡Señores! (había dicho el boticario): la guerra que os hacemos los españoles es tan necia como inmotivada. Vosotros, hijos de la Revolución, venís a sacar a España[35-11] de su tradicional abatimiento, a despreocuparla, a disipar las tinieblas religiosas, a mejorar sus anticuadas costumbres, a enseñarnos esas utilísimas e inconcusas «verdades de que no hay Dios, de que no hay otra vida, de que la penitencia, el ayuno, la castidad y demás virtudes católicas son quijotescas[35-12] locuras, impropias de un pueblo civilizado, y de que Napoleón es el verdadero Mesías, el redentor de los pueblos, el amigo de la especie humana.... ¡Señores! ¡Viva el Emperador cuanto yo deseo que viva!

—¡Bravo, vítor!—exclamaron los hombres del 2 de Mayo.

El boticario inclinó la frente con indecible angustia.

Pronto volvió a alzarla, tan firme y tan sereno como antes.

Bebióse un vaso de vino, y continuó:

—Un abuelo mío, un García de Paredes, un bárbaro, un Sansón,[36-1] un Hércules, un Milón de Crotona,[36-2] mató doscientos franceses en un día.... Creo que fué en Italia. ¡Ya veis que no era tan afrancesado como yo! ¡Adiestróse en las lides contra los moros del reino de Granada; armóle caballero el mismo(125) Rey Católico,[36-3] y montó más de una vez la guardia en el Quirinal,[36-4] siendo Papa nuestro tío Alejandro Borja![36-5] ¡Eh, eh! ¡No me hacíais tan linajudo!—Pues este DIEGO GARCÍA DE PAREDES, este ascendiente mío..., que ha tenido un descendiente boticario, tomó a Cosenza y Manfredonia; entró por asalto en Cerinola, y peleó como bueno[36-6] en la batalla de Pavía![36-7] ¡Allí hicimos prisionero a un rey de Francia, cuya espada ha estado en Madrid cerca de tres siglos, hasta que nos la robó hace tres meses ese hijo de un posadero que viene a vuestra cabeza, y a quien llaman Murat![36-8]

Aquí hizo otra pausa el boticario. Algunos franceses demostraron querer contestarle; pero él, levantándose, e imponiendo a todos silencio con su actitud, empuñó convulsivamente un vaso, y exclamó con voz atronadora:

—¡Brindo, señores, porque maldito sea mi abuelo, que era un animal, y porque se halle ahora mismo(126) en los profundos infiernos!—¡Vivan los franceses de Francisco I[36-9] y de Napoleón Bonaparte!

—¡Vivan!...—respondieron los invasores, dándose por(127) satisfechos.

Y todos apuraron su vaso.

Oyóse en esto[36-10] rumor en la calle, o, mejor dicho, a la puerta de la botica. —¿Habéis oído?—preguntaron los franceses.

García de Paredes se sonrió.

—¡Vendrán[37-1] a matarme!—dijo.

—¿Quién?

—Los vecinos[37-2] del Padrón.

—¿Por qué?

—¡Por afrancesado!—Hace algunas noches que rondan mi casa....—Pero ¿qué nos importa?—Continuemos nuestra fiesta.

—Sí... ¡continuemos! exclamaron los convidados. ¡Estamos aquí para defenderos!

Y chocando ya botellas contra botellas, que no[37-3] vasos contra vasos.

—¡Viva Napoleón! ¡Muera Fernando![37-4] ¡Muera Galicia![37-5]—gritaron a una voz.

García de Paredes esperó a que[37-6] se acallase el brindis, y murmuró con acento lúgubre:

—¡Celedonio!

El mancebo[37-7] de la botica asomó por una puertecilla su cabeza pálida y demudada, sin atreverse a penetrar en aquella caverna.

—Celedonio, trae papel y tintero—dijo tranquilamente el boticario.

El mancebo volvió con recado de escribir.[37-8]

—¡Siéntate! (continuó su amo.)—Ahora, escribe las cantidades que yo te vaya diciendo. Divídelas en dos columnas. Encima de la columna de la derecha, pon: Deuda,[37-9] y encima de la otra: Crédito.

—Señor... (balbuceó el mancebo.)—En la puerta hay una especie de motín.... Gritan ¡muera el boticario!... Y ¡quieren entrar!

—¡Cállate y déjalos!—Escribe lo que te he dicho.

Los franceses se rieron de admiración al ver al farmacéutico ocupado en ajustar cuentas cuando le rodeaban la muerte y la ruina. Celedonio alzó la cabeza y enristró la pluma, esperando cantidades que anotar.

—¡Vamos a ver,(128) señores! (dijo entonces García de Paredes, dirigiéndose a sus comensales.)—Se trata de resumir nuestra fiesta en un solo brindis. Empecemos por orden de colocación.

—Vos,[38-1] Capitán, decidme: ¿cuántos españoles habréis matado[38-2] desde que pasasteis los Pirineos?[38-3]

—¡Bravo! ¡Magnífica idea!—exclamaron los franceses.

—Yo.... (dijo el interrogado, trepándose en la silla y retorciéndose el bigote con petulancia.) Yo... habré matado... personalmente... con mi espada... ¡poned unos diez o doce!

—¡Once a la(129) derecha![38-4]—gritó el boticario, dirigiéndose al mancebo.

El mancebo repitió, después de escribir:

Deuda... once.

—¡Corriente! (prosiguió el anfitrión.)—¿Y vos?...—Con vos hablo, señor Julio....

—Yo... seis.

—¿Y vos, mi Comandante?

—Yo... veinte.

—Yo... ocho.

—Yo catorce.

—Yo... ninguno.

—¡Yo no sé!...; he tirado a ciegas(130)....—respondía cada cual,(131) según le llegaba su turno.

Y el mancebo seguía anotando cantidades a la derecha.

—¡Veamos ahora, Capitán! (continuó García de Paredes.)—Volvamos a empezar[38-5] por vos. ¿Cuántos españoles esperáis matar en el resto de la guerra, suponiendo que dure todavía... tres años?

—¡Eh!... (respondió el Capitán.)—¿Quién calcula[38-6] eso?

—Calculadlo...; os lo suplico....

—Poned otros once. —Once a la izquierda....—dictó García de Paredes.

Y Celedonio repitió:

Crédito, once.

—¿Y vos?—interrogó el farmacéutico por el mismo orden[39-1] seguido anteriormente.

—Yo... quince.

—Yo... veinte.

—Yo... ciento.

—Yo... mil—respondían los franceses.

—¡Ponlos todos a diez, Celedonio!... (murmuró irónicamente el boticario.)—Ahora, suma por separado[39-2] las dos columnas.

El pobre joven, que había anotado las cantidades con sudores de muerte, vióse obligado a hacer el resumen con los dedos, como las viejas. Tal era su terror.

Al cabo de un rato de horrible silencio, exclamó, dirigiéndose a su amo:

Deuda..., 285.—Crédito..., 200.

—Es decir(132)... (añadió García de Paredes), ¡doscientos ochenta y cinco muertos, y doscientos sentenciados! ¡Total, cuatrocientas ochenta y cinco víctimas!!!

Y pronunció estas palabras con voz tan honda y sepulcral, que los franceses se miraron alarmados.

En tanto,(133) el boticario ajustaba una nueva cuenta.

—¡Somos unos héroes!—exclamó al terminarla.—Nos hemos bebido[39-3] setenta botellas, o sean[39-4] ciento cinco libras y media de vino, que, repartidas entre veintiuno, pues todos hemos bebido con igual bizarría, dan cinco libras de líquido por cabeza.—¡Repito que somos unos héroes!

Crujieron en esto las tablas de la puerta de la botica, y el mancebo balbuceó tambaleándose:

—¡Ya entran!...

—¿Qué hora es?(134)—preguntó el boticario con suma tranquilidad. —Las once. Pero ¿no oye usted que entran?

—¡Déjalos! Ya es hora.[40-1]

—¡Hora!... ¿de qué?—murmuraron los franceses, procurando levantarse.

Pero estaban tan ebrios, que no podían moverse de sus sillas.

—¡Que entren![40-2] ¡Que entren!... (exclamaban, sin embargo, con voz vinosa, sacando los sables con mucha dificultad y sin conseguir ponerse de pie.)(135) ¡Que entren esos canallas! ¡Nosotros los recibiremos!

En esto,[40-3] sonaba ya abajo, en la botica, el estrépito de los botes y redomas que los vecinos[40-4] del Padrón hacían pedazos,(136) y oíase resonar en la escalera este grito unánime y terrible:

—¡Muera el afrancesado!

Levantóse García de Paredes, como impulsado por un resorte, al oír semejante clamor dentro de su casa, y apoyóse en la mesa para no caer de nuevo sobre la silla. Tendió en torno suyo una mirada de inexplicable regocijo, dejó ver(137) en sus labios la inmortal sonrisa del triunfador, y así, transfigurado y hermoso, con el doble temblor de la muerte y del entusiasmo, pronunció las siguientes palabras, entrecortadas y solemnes como las campanadas del toque de agonía:[40-5]

—¡Franceses!... Si cualquiera de vosotros, o todos juntos, hallarais ocasión propicia de vengar la muerte de doscientos ochenta y cinco compatriotas y de salvar la vida a otros doscientos más; si sacrificando vuestra existencia pudieseis desenojar la indignada sombra de vuestros antepasados, castigar a los verdugos de doscientos ochenta y cinco héroes, y librar de la muerte a doscientos compañeros, a doscientos hermanos, aumentando así las huestes del ejército patrio con doscientos campeones de la independencia nacional, ¿repararíais ni[40-6] un momento en vuestra miserable vida? ¿Dudaríais ni un punto en abrazaros, como Sansón,[41-1] a la columna del templo, y morir, a precio de matar a los enemigos de Dios?

—¿Qué dice?—se preguntaron los franceses.

—Señor..., ¡los asesinos están en la antesala!—exclamó Celedonio.

—¡Que entren!... (gritó García de Paredes.)—Ábreles la puerta de la sala.... ¿Qué vengan todos... a ver(138) cómo muere el descendiente de un soldado de Pavía![41-2]

Los franceses, aterrados, estúpidos, clavados en sus sillas por insoportable letargo, creyendo que la muerte de que hablaba el español iba a entrar en aquel aposento en pos de(139) los amotinados, hacían penosos esfuerzos por levantar los sables, que yacían sobre la mesa; pero ni siquiera conseguían que sus flojos dedos asiesen las empuñaduras: parecía que los hierros[41-3] estaban adheridos[41-4] a la tabla por insuperable fuerza de atracción.

En esto inundaron la estancia más de cincuenta hombres y mujeres, armados con palos, puñales y pistolas, dando tremendos alaridos y lanzando fuego por los ojos.

—¡Mueran todos!—exclamaron algunas mujeres, lanzándose las primeras.

—¡Deteneos!—gritó García de Paredes con tal voz, con tal actitud, con tal fisonomía, que, unido este grito a la inmovilidad y silencio de los veinte franceses, impuso frío terror a la muchedumbre, la cual no se esperaba[41-5] aquel tranquilo y lúgubre recibimiento.

—No tenéis para qué[41-6](140) blandir los puñales.... (continuó el boticario con voz desfallecida.)—He hecho más que todos vosotros por la independencia de la Patria.... ¡Me he fingido afrancesado!... Y ¡ya veis!... los veinte Jefes y Oficiales invasores... ¡los veinte!—no los toquéis[41-7]...—¡están envenenados!...

Un grito simultáneo de terror y admiración salió del pecho de los españoles. Dieron(141) éstos un paso más hacia los convidados, y hallaron que la mayor parte estaban ya muertos, con la cabeza caída hacia adelante, los brazos extendidos sobre la mesa, y la mano crispada en la empuñadura de los sables. Los demás agonizaban silenciosamente.

—¡Viva García de Paredes!—exclamaron entonces los españoles, rodeando al héroe moribundo.

—Celedonio.... (murmuró el farmacéutico.)—El opio se ha concluido.... Manda por opio a la Coruña[42-1]....

Y cayó de rodillas.

Sólo entonces comprendieron los vecinos del Padrón que el boticario estaba también envenenado.

Vierais[42-2] entonces un cuadro tan sublime como espantoso.—Varias mujeres, sentadas en el suelo, sostenían en sus faldas y en sus brazos al expirante patriota, siendo las primeras en colmarlo de caricias y bendiciones, como antes fueron las primeras en pedir su muerte.—Los hombres habían cogido todas las luces de la mesa, y alumbraban arrodillados aquel grupo de patriotismo y caridad....—Quedaban, finalmente, en la sombra veinte muertos o moribundos, de los cuales algunos iban desplomándose contra el suelo con pavorosa pesantez.

Y a cada suspiro de muerte que se oía, a cada francés que venía a tierra, una sonrisa gloriosa iluminaba la faz de García de Paredes, el cual de allí a poco(142) devolvió su espíritu al cielo, bendecido por un Ministro del Señor y llorado de sus hermanos en la Patria.


Madrid, 1856.


Notes

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(The first figures refer to the original pages of text, and second figures to the reference figures in text).

33-1: gallego: Galician. The province of Galicia lies in the northwest corner of Spain.

33-2: allá por el año: back in the year.

33-3: sapos y culebras y agua llovediza: i.e. popular remedies not recognized in the legitimate materia medica.

33-4: un tal García: a certain García.

33-5: acaso, y sin acaso: quite certainly.

33-6: varón ilustre: a Greek athlete, Milo of Crotona (in southern Italy), frequent victor in the Olympic games. By lifting and carrying a bull-calf daily, he was able, so the legend runs, ultimately to carry the full-grown bull. He came to his death by trying to pull asunder a split tree, which, reacting, held him fast until devoured by the wolves.

33-7: campar por su respeto: (to be absolute master of one's own actions) to have everything one's own way; to have full sway.

33-8: se llamará: cf. note no habría andado, p. 8, 6.

33-9: las Ánimas: cf. note Ánimas, p. 21, 1.

33-10 ¿Qué hacemos?: cf. note me matan, p. 3, 1.

33-11: Por judío: for (i.e. as being) a Jew (often used as a term of reprobation).

34-1: llevo echados: llevar and tener are sometimes used as auxiliaries with a past participle governing (and agreeing with) a direct object. Cf. the Latin consilium captum habeo.

34-2: era mía: observe that the article is usually omitted when the verb ser is followed by the possessive adjective (contrary to the French usage).

34-3: había de esperar: cf. note había de conocer, p. 3, 4.

34-4: ¡Toma! Como que vendía: Why! (cf. note ¡calla! p. 31, 5) didn't he sell (como que, inasmuch as).

34-5: Fernando VII: a weak and tyrannical monarch who began to reign in 1808, but yielded his crown to Napoleon I. Restored to power in 1814, he reigned till 1833. Cf. also note p. 51, 7.

34-6: qué algazara traen: what a noise they are making.

34-7: entramos: cf. note me matan, p. 3, I.

34-8: cuartos... ochavos: the cuarto (1/4) was a small copper coin (obsolete) worth four maravedís. Cuarto is also, however, a (fourth) part of a lacerated body—cf. the English draw and quarter. Hacer cuartos may be translated by this phrase and hacer ochavos by make mincemeat.

34-9: ochavo: (1/8) half a cuarto.

34-10: corrían la francachela: were carousing.

35-1: contaría: cf. note no habría andado, p. 8, 6.

35-2: dijérase: in either member of a conditional sentence (i.e. condition or conclusion) the simple tense may be substituted for the compound one. Thus dijérase = se hubiera (or habría) dicho.

35-3: alguna vez: sometimes. Vez is often used in the singular with plural value. Cf. rara vez, rarely.

35-4: Quién... quién: are used as correlatives: this one... that one. Cuál... cuál are used in the same way. They then bear the accent— which otherwise is used only when quién and cuál are interrogative or exclamatory.

35-5: 2 de Mayo: the 2d of May, 1808, is one of the great days in the annals of Spain. Out of loyalty to the royal family, an insurrection of the populace of Madrid took place, which was put down by the French only after the most desperate and heroic resistance by the ill-armed Spaniards.

35-6: cuál: supply había contado, as after quién.

35-7: batalla de las Pirámides: won by General Napoleon Bonaparte, in 1798, in the neighborhood of the Pyramids of Ghizeh, in Egypt. The French pretended to be defending Egypt against the Turks.

35-8: Luis XVI: (diez y seis— cf. note Carlos XII, p. 16, 2) Louis was guillotined in 1793 by the republican government (la Convention) which had usurped his power.

35-9: ninguno: cf. note conoce nadie, p. 2, 5.

35-10: del César: of the emperor. Cf. the manner in which the name of Caesar has become a fixed title in Czar and Kaiser.

35-11: a España: a geographical name (not preceded by the article) is preceded by the preposition a when it is the direct object of a verb.

35-12: quijotescas: quixotic, extravagantly romantic.

36-1: Sansón: cf. note Sansón, p. 41, 1.

36-2: Milón de Crotona: cf. note varón ilustre, p. 33, 6.

36-3: Rey Católico: Ferdinand V of Spain, husband of Isabella I, the patroness of Columbus. He occupied the throne after her death.

36-4: Quirinal: the Italian royal palace, formerly the summer residence of the popes.

36-5: Alejandro Borja: Rodrigo Borgia, a Spaniard, became pope in 1492. Died 1503.

36-6: como bueno: like a hero.

36-7: Cosenza... Pavia: the first three cities are in southern Italy; Pavia is a town of northern Italy (near Milan), the scene of a battle in which Francis I of France was defeated by the Spanish in 1525. He remained a prisoner in Spain till 1526.

36-8: Murat: the apothecary is not quite able to repress his hatred of Murat, Napoleon's brother-in-law and commander at Madrid, particularly detested because of his barbarous massacre of the Madrileños after the dos deMayo (cf. note 2 de Mayo, p. 35, 5).

36-9: Francisco I: (primero) cf. note on Pavía above. Cf. also remark on doce in note Carlos XII, p. 16, 2.

36-10: en esto: hereupon; at this moment.

37-1: vendrán: cf. note no habría andado, p. 8, 6.

37-2: vecinos: (lit. neighbors) citizens; townspeople.

37-3: que no: = y no (used adversatively).

37-4: Fernando: cf. note Fernando VII, p. 34, 5.

37-5: Galicia: cf. note gallego, p. 33, 1.

37-6: a que: cf. note a que, p. 2, 1.

37-7: mancebo: clerk, especially a drug clerk.

37-8: recado de escribir: writing materials.

37-9: Deuda: debit.

38-1: Vos: cf. note Vos, p. 27, 4.

38-2: habréis matado: cf. note no habría andado, p. 8, 6.

38-3: Pireneos: Pyrenees Mountains, dividing Spain from France.

38-4: a la derecha: in this phrase, and in a la izquierda (to the left), the feminine is always used. Cf. the French usage.

38-5: Volvamos a empezar: cf. note se volvió a reír, p. 2, 3.

38-6: ¿Quién calcula eso?: who can calculate that? (a vivid form).

39-1: orden: denoting a succession or arrangement, is masculine; denoting a command, it is feminine.

39-2: suma por separado: add up separately.

39-3: nos hemos bebido: cf. note lo que me digo, p. 7, 5.

39-4: o sean: (followed by a singular substantive, o sea) or.

40-1: Ya es hora: it is time now.

40-2: ¡Que entren: cf. note que... muera, p. 3, 6.

40-3: En esto: cf. note en esto, p. 36, 10.

40-4: vecinos: cf. note vecinos, p. 37, 2.

40-5: toque de agonía: passing bell; knell for the dying.

40-6: ni: even. Observe that ni, like many of the Spanish negative pronouns and adverbs, sometimes loses its negative value. Cf. note conoce nadie, p. 2, 5, and the use of ninguno, p. 35, line 23.

41-1: Sansón: Samson, who destroyed the Philistines by pulling down the column of their temple. Vide Book of Judges, xiii-xvi.

41-2: Pavía: cf. note Cosenza... Pavía, p. 36, 7.

41-3: hierros: here used poetically for espadas, swords.

41-4: adheridos: cf. note olvidado, p. 31, 1.

41-5: no se esperaba: cf. note lo que me digo, p. 7, 5.

41-6: no tenéis para qué: you have no reason.

41-7: no los toquéis: cf. note no seas, p. 6, 7.

42-1: la Coruña: the principal port of Galicia (cf. note gallego, p. 33, 1).

42-2: Vierais: cf. note dijérase, p. 35, 2.


Idiomatic Commentary

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114. A fuer de legítimo boticario. — After the manner of a genuine apothecary.

115. Vino un tal García. — A certain García came.

116. Con el libro o sea con el manuscrito. — With the book or with the manuscript.

117. A las nueve en punto (cf. 39) — At nine o'clock sharp.

118. Yo me encargo de ello. — I will undertake it.

119. Tuvo más de veinte. — He got more than twenty.

120. Ya lo creo. — I quite believe it.

(Review 98, 9).

121. Nos pasamos a los carlistas. — We went over to the Carlist party.

122. Les dió de comer. — He gave them a dinner (or something to eat).

123. Ni uno vendrá. — Not one will come.

(Review 15, 9, 6, 46, 7, 23, 99, 80).

124. Diez franceses, todos ellos oficiales. — Ten Frenchmen, all of them officers.

(Review 12, 119, 101, 6, 61, 97).

125. Vino el mismo rey. — The king himself came.

126. Viene ahora mismo. — He is coming even now.

127. Me doy por vencido. — I acknowledge myself conquered.

(Review 17, 15, 99, 6, 75, 80, 21, 53).

(Review 28, 15, 83, 35, 88, 12).

128. Vamos a ver (cf. 138). — Let us see.

129. Estuvo a la izquierda. — He was on the left side.

130. Anduvo a ciegas. — He went blindly.

131. Cada cual seguía respondiendo. — Each one went on answering.

(Review 129, 54, 53, 116).

132. Es decir que vendré. — That is to say I will come.

133. En tanto que lo hacía. — While he was doing it.

En tanto. — During this time.

En esto. — At this moment.

134. ¿Qué hora es? — What time is it?

(Review 39, 97, 72, 133, 53, 48, 112).

135. Se puso de pie (cf. 143). — He stood erect.

136. Lo hicieron pedazos. — They tore it into pieces.

137. Se dejó ver. — He let himself be seen.

N.B. The dependent infinitive often has passive value.

(Review 53, 72, 32, 133, 119, 27, 124, 40).

138. A ver cómo lo hace (cf. 128). — Let us see how he does it.

¡A ver! — Let us see! Here! Come!

139. Vino en pos de mí — He came after me (or in my tracks)

140. No tengo para qué hacerlo. — I have no reason for doing it.

141. Dió un paso atrás. — He took a step backward.

(Review 23, 3, 9).

142. De allí a poco murió (cf. 49). — He died a little time after that.

(Review 32, 9, 78, 71, 39).


 

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